Condición Humana


Introducción

La vida sin Dios, es una, la vida con él, otra, y la vida lejos de él (después de haberle conocido), otra. Son tres los estados o condiciones en los que el humano está en alguno de ellos. La palabra de Dios habla claramente de estos tres estados, lo cual veremos a continuación; acompáñeme.

 

Se estará tomando de base los siguientes versículos de Mateo, para reflexionar sobre la temática a tratar.

 

 

El Señor Jesucristo revela sobre estos estados, él dice:

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos buscando reposo y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero..." (Mateo 12.43-45).

  

El hombre sin Dios

El carácter y acciones de la persona que no es hija de Dios, es totalmente diferente de la que si lo es; hace el mal y le es natural, mata, roba, viola, comete perjurio, tiene vicios contra naturaleza, blasfema, se emborracha, se droga, se prostituye etc. Y por lo general, no siente ningún remordimiento por lo malo cometido. Todo a causa de la naturaleza adánica, pero también por el gobierno e influencia que el maligno ejerce sobre ella.

 

La persona que anda alejada de Jesús, tiene que saber, que por el hecho de estar sin la presencia de Dios en su vida, es gobernada por Satanás. Esto dice la biblia, como podemos ver en el libro de los Hechos. "Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados..." (Hechos 26.18).

 

El ser humano que no ha tenido un encuentro personal con Cristo, tiene, por lo menos, un espíritu inmundo gobernándole y guiándole a hacer el mal. "...Siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2.2). Esto es lo que manifiesta Jesús al decir: Cuando el espíritu inmundo sale del hombre... (Mateo 12.43). Este espíritu del mal está en el hombre sin Dios, y solo sale cuando el individuo abre la puerta de su corazón a Jesucristo.

 

Es importante notar el contexto en el que Jesús menciona estas palabras que revelan estos estados, que es después que ha echado fuera un demonio. En el evangelio de San Lucas, cuando habla de este mismo suceso, luego de haber hecho el milagro, Jesucristo expresa: "Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el" (Lucas 11.21-22). En este pasaje bíblico, el hombre fuerte es Satanás, y el hombre más fuerte, Jesús. El Señor lo manifiesta así, porque solo Dios puede echar fuera a Satanás y a cualquier otro demonio, esto es menester tenerlo bien presente.

 

Por esto es necesario que el ser humano abra la puerta de su vida a Jesús, ya que Satanás y los demonios, solo pueden ser vencidos por él. Nuestro Señor manifiesta lo del espíritu inmundo para hacer saber a la humanidad su condición delante de él, y para que el oyente o lector que no le conoce, decida, si desea seguir en esa condición o recibir y aceptar la ayuda divina.

 

El hombre con Dios

Cuando una persona recibe a Jesús como Señor y Salvador, comienza una nueva vida, una totalmente distinta a la que había conocido. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (II Corintios 5.17). Si era borracho/a, drogadicto/a, ladrón/a, homosexual, asesino/a o tenía cualquier otro vicio o pecado, Jesús le cambia. Desde el momento que abre la puerta de su corazón a Cristo, es limpio/a de toda su maldad; Jesús llega a su ser y, barre, desocupa o echa fuera las cosas malas y ordena el interior de esta persona. Así lo expresa el Maestro cuando dice: "...La halla, desocupada, barrida y adornada" (Mateo 12.44). Aquí se está refiriendo a la persona que un día fue casa de un espíritu inmundo, pero ahora, templo del Espíritu de Dios (Efesios 1.13-14; I Corintios 3.16; 6.19).

 

La vida con Dios es una llena de paz y felicidad, para el que sinceramente busca su rostro. En ella, el odio, rencor, malicia, ira, contiendas y pecado en general, ya no tienen cabida. Aquel que verdaderamente está en Jesús, disfruta haciendo lo bueno y agradable delante de Dios. Esta es una vida en la que se ve la grandeza de Dios, quien muestra su poder al obrar sanidades, milagros y resolver problemas difíciles o imposibles, entre otras cosas.

 

La persona que abre su corazón a Jesús, sale del dominio del espíritu maligno que estaba en ella. Pero este demonio no se rinde fácilmente, y por lo general busca la manera de entrar nuevamente al cuerpo de donde salió. Por esta causa es imprescindible que el creyente permanezca siempre asido, agarrado de la mano de Cristo, sin soltarse nunca, para mantenerse fuera del alcance de este ser. Si el hijo de Dios no tiene cuidado de permanecer constantemente lleno de la presencia de Jehová, corre el riesgo de abrir otra vez la puerta para que este espíritu del mal entre.

 

Hombre alejado de Dios

Aquel cristiano negligente para someterse a Dios y resistir al diablo (Santiago 4.7), suele caer de nuevo en las garras de su antiguo amo. Cuando esto sucede, regresa el espíritu inmundo que había sido echado fuera por Jesús; pero ya no vuelve solo, sino que trae consigo otros siete espíritus peores que él. Respecto a esto, Cristo dice: "Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero" (Mateo 12.45). Esto significa que si el ex-creyente antes de conocer a Jesús era contrario a los mandamientos divinos, en esta condición, alejado de Dios, es siete veces peor.

 

En la palabra de Dios encontramos el caso de una mujer, se supone judía, que fue liberada por Jesucristo de siete demonios que estaban en su cuerpo. "...María que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios" (Lucas 8.2). Esto sugiere que era una mujer que se había alejado de Dios y quizá vivía de manera libertina o simplemente contraria a la ley de nuestro Dios, pero cuando pone su fe en Jesús, es libre de esos huéspedes malignos.

 

Si antes de conocer a Cristo, el hombre o mujer no era borracho/a, alejado de él, puede caer en este vicio; si no era drogadicto, puede llegar a serlo, si no era ladrón, puede terminar siéndolo, etc. La vida de la persona que decide alejarse de Jesús, después de haberle conocido, se corrompe de tal manera que a veces no queda ni el recuerdo, ni rastro de aquel hermanito/a que tiempo atrás andaba biblia, asistía a una iglesia y vivía una vida honesta y agradable a Dios. Algunos hasta terminan siendo asesinos, homosexuales, prostituyéndose y haciendo cosas abominables delante de Dios. Es por ello necesario que aquel que ha nacido de nuevo, que está en Cristo, se mantenga vigilante, en oración y demás prácticas espirituales, para no llegar a ser presa del diablo nunca más.

 

Jesús dice: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15.5).

 

Conclusión

Se ha visto brevemente sobre estos tres estados de la persona que habita en el globo terrestre, y todos sabemos en qué condición nos encontramos delante de Dios. Definitivamente, es la vida junto a Dios la que nos conviene. Conforme a este conocimiento, debemos hacer lo que nos corresponde para estar en comunión con Jesús, permanecer en él o regresar a él, para asegurar nuestra alma. Amén.

 

Citas; Reina Valera 1960.