La Salvación ¿Puede perderse?


 

Introducción

El tema de la Salvación, es el más importante en la vida del ser humano, porque hay una eternidad esperando a cada persona, y porque el alma del hombre o mujer, no muere nunca. Por este motivo, Dios ha creado sitios donde el alma de las personas van cuando se separan del cuerpo mortal o mueren. Estos lugares son: En el tiempo presente están vigentes, "el infierno" y "el paraíso", donde el ser humano llega en espíritu; ambos sitios son temporales. Y los lugares eternos son: a.) En la presencia de Dios, en el milenio y cielo nuevo y tierra nueva. b.) El lago de fuego y azufre. A estos últimos, las personas irán con cuerpo inmortal, después de la primera y segunda resurrección (Apocalipsis 20.15; 21.7).

 

Sabiendo la importancia de este regalo, el de la salvación, no podemos pensar que si la descuidamos y no la valoramos, podremos tener un lugar junto a Dios. Si bien es cierto la salvación es gratis, por gracia, también es verdad que aquel que ha sido hecho participe de ella, debe valorarla, amarla más que así mismo, para no perderla.¿O puede creer alguien, que si vive de manera pecaminosa, si Jesús viene, se va con él, o si se muere, va al tercer cielo? ¡Por supuesto que esto no sucederá! La biblia habla de un Dios santo que llama personas para que le adoren y le sirvan, con las manos limpias y el corazón puro. Espero que las siguientes palabras sirvan para comprender mejor y valorar, el regalo más grande que alguien puede recibir. Acompáñeme un momento.

 

 

Desarrollo

He escuchado decir a algunos hermanos, al hablar sobre el hecho de que (según ellos), la salvación no se pierde: Que Dios no es hijo de hombre para que mienta o para que se arrepienta, que si él da la salvación ya no la quita. Esto lo dicen, basados en este versículo. "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta..." (Números 23.19). Es verdad que Dios no miente, pero si se arrepiente del bien o mal que había pensado hacer a una persona o nación.

 

"Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles. Y en un instante hablaré... Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle" (Jeremías 18.8-10).

 

Como podemos ver, Jehová sí se arrepiente de hacer o no algunas cosas. Jehová dice: "Yo amo a los que me aman..." (Proverbios 8.17). El Señor Jehová hizo una promesa a Finees hijo de Eleazar, cuando los madianitas hicieron pecar a Israel con Baal-peor y él movido a celo por su Dios mato a Zimri y a Cozbi (Números 25.1-8). Por esto Jehová le prometió que su descendencia tendría el sacerdocio perpetuo en Israel. "Entones Jehová habló a Moisés, diciendo: Finees hijo de Eleazar... ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel... Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo..." (Números 25.10-13). Pero cuando sus descendientes quebrantaron el mandamiento divino... Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.

 

"Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, y lo metía en el perol, en la olla... y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. Así mismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová" (I Samuel 2.12-17).

 

Dios les quitó su promesa. Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: "Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco" (I Samuel 2.30). Judas Iscariote tuvo el privilegio de ser elegido, como uno de los doce apóstoles de Jesús (Mateo 10.4); Dios hizo sanidades y milagros por medio de él (Lucas 9.1). Todo el tiempo del ministerio de Jesús en la tierra, él fue parte del círculo íntimo del Señor. Este individuo vio muchas de las maravillas que Jesús hizo y que no dejaban duda alguna, que él, Jesús, era el hijo de Dios.

 

Sin embargo, para Judas no fue suficiente, pues era alguien a quien le gustaba practicar el pecado. "Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella" (Juan 12.4-6). Por esta causa, término fuera del apostolado, suicidado y, por consiguiente, en el infierno (Mateo 27.3-5; Hechos 1.25). Esta afirmación, de que la salvación no se pierde, es el resultado del mal entendimiento de las doctrinas de la elección y predestinación. De esto se valen muchos, para dar una falsa esperanza a sus seguidores, pero la biblia dice lo contrario. En la vida, las cosas buenas cuestan.

 

Por ejemplo, si alguien quiere una buena esposa, tiene que saber elegir a la persona ideal. Esto se logra conociendo a dicha persona, analizando su conducta, su carácter etc. Para aquel que está en Dios, tiene que orar, para pedir su pareja y esperar a que Dios decida cuándo es el momento y cual la persona indicada. Todo lo anterior requiere tiempo, esfuerzo y paciencia. Alguien que quiere coronar una carrera universitaria tiene que esforzarse, privarse de algunas cosas, dar lo mejor de sí para lograr tal objetivo. Porque de lo contrario no alcanzará nada. Nadie logra nada en la vida siendo un vago, negligente, perezoso/a. De la misma manera para llegar a estar por toda la eternidad con Dios se necesita mucho esfuerzo. "Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán" (Lucas 13.23-24). "...Retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona" (Apocalipsis 3.11).

 

Estos son algunos ejemplos, pero hay infinidad de ellos, donde podemos darnos cuenta que lo bueno en la vida cuesta, cuesta tiempo, esfuerzo, sacrificio y a veces, dinero. No puede entonces alguien pensar o creer, que si recibe la salvación de la mano del Señor y la descuida, no le puede ser quitada, porque sì puede ocurrir. Recibir la salvación no cuesta nada, ni dinero ni tiempo ni esfuerzo, pero ya teniéndola debemos abrazarla, amarla, y valorarla viviendo de manera agradable a Dios cada día. En la palabra de Dios encontramos como se nos anima a que no descuidemos esta salvación tan grande. "Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?..." (Hebreos 2.1-3).

 

El apóstol Pablo en la carta primera que envió a los hermanos de Corinto, les dice: "Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron del mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto" (I Corintios 10.1-5). Pablo le da este ejemplo a la iglesia de Corinto, para que no imitaran la conducta de los israelitas que salieron de Egipto. Esto para que no fueran castigados, pero también para que no se expusieran a perder su salvación.

 

"Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos... Ni forniquemos, como algunos de ellos... Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos... Ni murmuréis, como algunos de ellos..." (I Corintios 10.6-10).

 

De igual manera pasa con aquel que no valora la salvación, si vive renegando por las pruebas que necesariamente Dios manda a su vida para formarle. Y además, tiene práctica de pecado en su vida. Puede colmar la paciencia del Señor y ser borrado del libro de la vida, y por ende, perder su salvación. "...Y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro" (Exodo 32.32-33). "El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles" (Apocalipsis 3.5).

 

En la carta a los hermanos de Filipos, refiriéndose a la salvación, Pablo les dice: "A fin de conocerle, y el poder de su resurrección; y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3.10-14). En la primera carta a los hermanos de Corinto les dice: "Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo (mensajero) para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (I Corintios 9.26-27).

 

Pablo expresa que ni él mismo pretende tener asegurada la salvación, sino que prosigue para ver si logra asirla. De manera que mientras el creyente esta en este cuerpo mortal, corre el riesgo de perder su salvación, sino la cuida. Ezequiel recibe del Señor Jehová un mensaje para los israelitas que se encontraban en el cautiverio con él en Babilonia. "...La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare (Ezequiel 33.12). Este mensaje manifiesta de manera bien clara que si una persona es perdonada, recibe a Jesús en su corazón, y no valora lo que ha recibido, sino que hace lo malo, puede perder su salvación. La salvación del alma, es un regalo extraordinario que Jesús da a quienes le reciben en sus corazones. "Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10.28).

 

Ni con todo el oro y la plata del planeta, una persona podría comprar este regalo del Señor. "Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (Porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)" (Salmo 49. 6-8). "...¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mateo 16. 26). Por tanto, dado que es un don de Dios y que aunque alguien quisiera comprarla no podría, cualquiera que no valore este regalo, puede perderlo. En toda la palabra de Dios, permanece un constante llamado a la santidad, a la pureza de manos y de corazón, que Jehová hace a su pueblo; a nosotros los que decimos ser hijos de él.

 

"...Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios (Levítico 19.2). "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que està en los cielos es perfecto" (Mateo 5.48). "...Y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12.14). "Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir" (I Pedro 1.15).

 

Este llamado lo hace el Señor a su pueblo, para que se aparte del mal y no sufra el castigo divino y para evitarle la condenación eterna. Desde luego, también el llamado es para aquel que anda lejos de Dios, para que deje los malos caminos y reciba a Jesús.

Otras citas que apoyan esta postura. Mateo 10.32-33; Hebreos 3.14; 6.4-6; 10.26, 29; 11.17-22; II Pedro 2.21.

 

Importante

No hay duda que la salvación se puede perder si no se valora, pero es muy importante saber que esto no sucede solo por algún pecado que se cometa, que no se pierde solo por algunos fallos (I Juan 2.1). En la biblia encontramos a un Dios de misericordia que perdona la maldad, paciente, que se duele del castigo (Exodo 34.6-7). Pero, desde el momento que se recibe a Jesús, se debe procurar siempre hacer la voluntad de Dios, para no correr el riesgo de terminar en la condenación (Mateo 7.21-23). Estamos en la gracia de Dios, un período donde la misericordia de Jehová favorece al ser humano (Gálatas 2.16). En la Ley judía o Antiguo Testamento, si una persona quebrantaba un mandamiento divino por lo general pagaba con la vida esa falta (Levítico 20.6-16). En la actualidad, en la gracia, hay oportunidad de enmendar los errores pidiendo perdón a Dios y rogándole cambie nuestras vidas (I Juan 1.9). Cuando alguien se refugia bajo las alas de Jehová Dios, difícilmente se pierde, pero esto depende también de la persona, cuando se esfuerza por su alma, permaneciendo en Jesús (Gálatas 5.1; I Pedro 2.16) .

 

Conclusión

Como ya hemos visto, la salvación sí puede perderse y por ello es necesario que todo aquel que invoca el nombre de Jesús valore lo que ha recibido viviendo de manera pura y limpia delante de Dios (II Timoteo 2.19). Todo lo que nuestros ojos naturales ven un día se terminará, nosotros mismos, un día dejaremos de ser. Nuestro paso por este planeta es fugaz, es corto, por ello es de ser sabio y asegurar el alma en las manos de Dios, para que cuando muramos o Cristo venga, nuestra morada sea con Jehová Dios. Si todavía no ha hecho la oración de fe recibiendo a Jesús en su corazón, hoy puede hacerlo y asegurar su alma por toda la eternidad.

 

Citas; Reina Valera 1960.